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Primer Capitulo The Dead List. Parte 2

Comenten como les pareció todo :D
Definitivamente no esperaba esa respuesta. Mis mejillas continuaron ardiendo mientras bajaba las botellas de manera que no pareciera una pequeña muppet borracha. Miré a Linds. Sus ojos se paseaban de Brock a mi y de regreso.
-Ummm, gracias.
-No hay problema - sonrió - ¿Estás bebiendo por dos esta noche?
En lugar de decir que no y explicar que no tenía idea de como había acabado con dos botellas de cerveza como un completo fracaso, me encogí de hombros.
- Claro, ¿por qué no?
- Genial. - Bock miró detrás de su hombro por algo que Charlie López había dicho. Era un tipo enorme con una gigantesca sonrisa. No tenía idea de lo que dijo, pero Brock asintió.
- ¿Se están divirtiendo chicas? - preguntó Mason, devolviendo la mirada que Linds le había echado, excepto que él lo hizo parecer como si ella no tuviera puesta ropa.
- Sí, - asintió Linds - estamos listas para comenzar esta fiesta.
Le lancé una mirada del tipo "¿En serio?", pero los chicos se abrieron en medio circulo y de algún modo terminé lográndome deshacer de la cerveza caliente y tuve el suficiente sentido común para negarme a los shots de gelatina. Ya era un peso ligero, y como había conducido sola a la fiesta, no quería terminar con alguna estadística trágica de las que tanto hablaban en clases de salud. La conversación se desarrolló con fluidez de un lado a otro, a excepción de Jensen. Él estaba mirando ahora hacia el campo de donde yo había venido, su mandíbula tensa.
Que agradable.
- No irás a la WVU, ¿cierto? - preguntó Brock, inclinando su cuerpo hacia mi, sorprendiéndome. ¿Cómo rayos lo sabía? El sonrió y me di cuenta que lo había dicho en voz alta. Liiiiindo. - Linds debió haberle dicho a Mason. Él me estaba contando hace unas semanas.
Tenía sentido, supongo.
- Sí, quiero salir de la ciudad y ver caras nuevas, ¿sabes?
- Cierto. Entiendo eso. De no ser por el fútbol yo haría lo mismo. - Me dirigió una perfecta sonrisa, llena de perfectos dientes blancos. Y ahora estaba más cerca, sus brazos tocando los míos cada vez que llevaba su botella a su boca - Te vamos a extrañar. Sé que yo lo haré.
Las comisuras de mis labios se levantaron ante tal inesperada afirmación, aunque dudaba de la sinceridad de ésta.
- Gracias - fruncí el ceño, preguntándome por qué rayos le estaba agradeciendo. Su sonrisa se amplió. - Quiero decir, extrañaré a todos, incluyéndote, cuando termine el año.
- Pero aún tenemos todo este año por delante. Tenemos que hacerlo memorable. - Tomó un mechón de mi cabello rubio y lo colocó detrás de mi oreja, y juro que la conversación a nuestro alrededor se detuvo por unos momentos - ¿cierto?
Me encontré a mi misma asintiendo mientras mi mirada se deslizaba de la de Brock y se encontraba con la de Jensen. Me estaba mirando, estaba demasiado oscuro para distinguir su color de ojos, y ahora yo también lo miraba. Por mi propia vida, no podía dejar de mirar. Un músculo temblaba en su mandíbula cuando llevó una botella a su boca, mirándome por encima de ella mientras tomaba un trago.
Y...sí. Yo seguía mirando.
Aparté la mirada rápidamente, parpadeando varias veces. Monica se encontraba parada al margen de nuestro pequeño grupo. Era preciosa, al igual que Shawna y Wendy, sus mejores amigas desde que usaban pañales.
Jensen y Wendy habían estado saliendo durante dos semanas completas el años pasado, después de que él regresara al pueblo. la sonriente pequeña rubia había estado sobre él durante ese lapso de tiempo, convirtiendo los pasillos y la cafetería en un escenario de dulce porno. Y ahora se encontraba junto a él, inclinándose tan cerca que sus senos estaban prácticamente alineado con su pecho.
Era un hermoso pecho con el que alinearse.
Monica me sonrió mientras sacudía su brillante y oscuro cabello detrás de su hombro, y yo meneé mis dedos alrededor de mi botella como saludo, pensando que la mujer debería estar en un anuncio de Pantene.
La repentina risa salvaje de Linds hizo que volteara de golpe. La cara de Mason estaba enterrada en su cuello. Estaba ya sea susurrándole algo al oído o lamiéndola. Una de esas dos. Cualquiera era posible. Yodos se estaban yendo al mundo de las parejas, y de alguna forma yo estaba parada con Brock.
¿Qué rayos estaba pasando aquí?
Se acercó más, hasta que su hombro presionaba el mío.
- ¿Quieres hablar un rato? ¿ En otro lado, lejos de estos idiotas?
Mi boca estaba seca. Nadie engañaba a mamá. "Hablar" era una palabra clave para cualquier cosa menos eso. Por más guapo que me pareciera Brock, no estaba nada dispuesta en convertirme en su amiguita con beneficios hasta que decidiera que ya no podía vivir sin Monica.
Comencé a apartarme justo mientras Jensen se volvía, lanzando su botella en el bote de basura más cercano. Mi mirada viajó por su cara y mi corazón dio un vuelco. Su tez se veía más oscura, como si se hubiera ruborizado, y sus labios estaban apretados en una línea fina.
- Me voy - anunció, sacando un juego de llaves del bolsillo de su traje de baño.
- ¿Qué? - gritó Charlie, preparando para seguir a Jensen, arrastrando a Shawna detrás - ¡No te puedes ir!
Jensen siguió caminando.
- ¡Déjalo en paz! - soltó Brock mientras deslizaba un brazo alrededor de mi cintura. - Algo se le ha metido al culo. Déjalo ir y lidiar a solas con eso.
Mientras Jensen avanzaba por el lado de la piscina, alzó su brazo y nos sacó el dedo. Brock echó la cabeza hacia atrás, riendo fuertemente. Con Charlie persiguiendo a Jensen y Linds a solo un paso de estar haciendo bebés con Mason, me había quedado sola con Brock.
Cuya mano había bajado por la curva de mi espalda y más allá. Apretó y yo solté un chillido.
- ¿Nerviosa? - preguntó, dejando caer su cara hacia mi cuello. Me hice a un lado antes de que pudiera terminar lo que sea que trataba de hacer. Levantó la mirada, ceñudo - ¿Qué? ¿No quieres hablar?
- Ahh...
Su mirada casi somnolienta me recorrió de nuevo.
- Me gusta el vestido. ¿Es nuevo?
De hecho, lo era. Había conseguido aquél vestido strapless amarillo específicamente para la fiesta. Mi madre dijo que el amarillo era el mejor para mi cabello claro y mi piel blanca. Por una vez, tenía razón. Forcé una sonrisa.
- Lo es, - dije, dando un paso atrás.
- Se ve bien. Te hace ver sexy.
- Gracias. -murmuré, rebotando en la pared plana de la casa.
Brock avanzó, la botella de cerveza colgando en sus dedos.
- Estás tan caliente.
Mis ojos se ampliaron mientras él plantaba una mano en la pared, al lado de mi cabeza. Me precipité fuera de su brazo. Se dio la vuelta, frunciendo el ceño de nuevo, confundido.
- ¿A dónde vas? - preguntó.
- Tengo que irme a casa. Tengo toque de queda y eso - mentí. Hacía mucho tiempo que no tenía que preocuparme por un toque de queda, pero si le oía decir caliente una vez más, iba a vomitar. - Pero ha sido divertido. Debo irme. ¡Adiós!
Brock comenzó a avanzar hacia mí, pero su mirada se deslizó a la derecha y sus cejas cayeron de golpe.
- ¡Hey! - gritó - ¿Quién rayos los dejó entrar aquí?
Me volví, consiguiendo ver a tres muchachitos flacuchos que parecían no tener idea de que hacían allí tampoco. Los tres chicos se apretujaron, echándose mirandas de pánico. Algo en ellos hizo que sintiera como si me hubiera atravesado el pecho, recordándome a...sacudí mi cabeza, aclarando mi mente.
Brock arrojó su botella, donde rebotó en un arbusto y se estrelló contra el pavimento.
- ¡Charlie! - gritó, sonriendo de una manera que hizo que mi estómago se hundiera. Se veía como un león a punto de saltar sobre una gacela con tres patas - ¡Mira que tenemos aquí!
 No tenía idea de dónde estaba Charlie, pero me aproveché por completo de aquella distracción y me di la vuelta,  apresurándome hacia la multitud de gente bailando, tirando mi cerveza casi llena en la basura. Mis ojos buscaron a Linds, pero ni ella y Mason se veían por ningún lado.
Decidiendo que ya era tiempo para hacer mi salida, para que no me quedara pasando el rato y haciendo algo estúpido, me apresuré dentro y recogí mis llaves de donde las había dejado, cerca de una caja de pan. Imaginaba que cuando llegara a casa, podría retomar mi último libro de "The Black Dagger Brotherhood" que esperaba pacientemente por mí en mi almohada. No sé qué me atraía tanto de vampiros gansters, pero así era. Los únicos libros que leer por ahora, que eran los que le robaba a mi mamá cuando no prestaba atención. Los romances de Kristen Ashley.
Me hacían querer mudarme a Colorado.
A Linds le gustaba molestarme con eso de que me la pasaba con la cara metida entre las páginas, pero algunas veces necesitaba sacar mi cabeza de la vida de la vida real, y leer era la mejor manera de hacerlo, y la más rápida.
Ya afuera, me dirigí hacia la puerta principal. Mientras cruzaba el pasto los sonidos de la fiesta se iban escuchando menos.
Necesitaba enviarle un mensaje a Linds, para decirle que me había ido, pero mi teléfono estaba en el carro. Prometiéndome a mí misma no olvidarlo, pasé de largo los grandes setos que cubrían la pared de la oscura carretera frente a la casa de Brock.

Su casa era la única en al menos una milla alrededor en la solitaria carretera, pero esta noche, ambos lados de las calles estaban repletos de carros, y había tenido que estacionarme en lo que se sentía un millón de kilómetros lejos de la casa.
Abrazando mi cintura con mis brazos, aceleré el paso. Mis sandalias daban golpes sordos contra el asfalto roto, haciendo eco a mi alrededor. Tan oscuro como estaba, sin lámparas y solo unos ligeros rayos de la luna esparcidos por la carretera, fue un paseo demasiado largo y espeluznante.
Seguía esperando que Pie Grande saliera de entre los árboles que llenaban la calle. Y si no, el Hombre Polilla. Después de todo, estábamos en Virginia Occidental.
Un temblor me recorrió al imaginarme una criatura alada gigante volando desde los árboles, y luego maldije a mi imaginación.  Eso no era un lo que necesitaba estar pensando cuando estaba completamente sola.
Cuando divisé mi auto, una amplia sonrisa se extendió por mi cara. Ya casi llegaba. Mis dedos apretaron las llaves mientras me detenía frente a la puerta del conductor, presionando mi dedo en el botón para quitar el seguro.
El auto sonó, saludándome.
Mis sandalias aún resonaban en el asfalto.
No. Un minuto. Otro escalofrío se abrió paso por mi columna. Yo no estaba caminando, así que esos pasos...no eran míos.
Con los pelos de punta, me di la vuelta, escaneando rápidamente la oscuridad a mi alrededor. EL aire se atoró en mi garganta mientras entrecerraba los ojos hacia las sombras de entre los autos.
No vi nada.
Los segundos pasaron y yo no me atrevía a moverme o a respirar muy fuerte. Mis oídos se agudizaron, tratando de escuchar los pasos, pero no había nada a excepción del zumbido de los insectos nocturnos. ¿Qué tal si de verdad estaba Pie Grande por allí? ¿O el chupacabras?
¿O un insecto gigante hambriento de carne humana?
Ahora simplemente estaba siendo estúpida.
No había nadie aquí afuera. Era tan solo otro caso de "la paranoica imaginación de Ella". En lugar de planear ingresar a la Universidad a estudiar mi carrera, debería irme a Escritura Creativa. Por la manera en la que podía espantarme tanto por algo tan simple, podría ser la versión barata de Stephen King o algo por el estilo.
Con una risa suave, me volví hacia el carro y tomé la manija de la puerta. Las puntas de mis dedos tocaron el metal justo cuando una oleada de aire caliente sacudió los cabellos junto a mi sien.
Ese fue el único aviso.
Cada instinto de mi cuerpo cobró vida, gritándome una advertencia, pero era demasiado tarde. Una mano cubrió mi boca. Siendo llevada hacia atrás, las llaves cayeron de mis manos, estrellándose contra el suelo.
Mi cerebro dejó de pensar, incapaz de procesar lo que ocurría. Un segundo después, mis pies se alzaron del suelo, y el espacio entre mi auto y yo iba en aumento. Estaba siendo llevada lejos, cargada hacia atrás.
El terror se apoderó de mi interior, sacándome de mi inmovilidad inducida por el shock. El instinto rugió de nuevo en mi. Con el corazón doblemente acelerado, luché contra el apretón, tirando mi peso hacia adelante y luego de vuelta otra vez, tratando de quitar el brazo que se sentía como una banda de acero bajo mi pecho.
El atacante gruñó, pero se mantuvo. El pánico se levantó dentro de mí como una gran ola rompiendo sobre una playa. Arañé la mano sobre mi boca, pero mis uñas sólo arañaban sobre guantes. Aire salia de mi nariz en fragmentos cortos.
Esto no está pasando. Oh Dios mio, esto no está pasando.
Levanté mi brazo hacia atrás, tratando desesperadamente de golpear algo, pero estaba golpeando solamente aire. Mi coche estaba a varios pies de distancia de mí ahora, el bosque cerca a nuestra espalda. En el fondo, en una parte de mi cerebro que seguía funcionando más allá del terror, sabía que si él me metía en el bosque sería malo ( realmente malo,  en un nivel peligrosamente extraño)
Sin saber cómo luchar o defenderme,  el pánico se apoderó de mi por completo. Sacudiendo mis piernas hacia afuera, perdí mis sandalias, pero el movimiento repentino causó que el atacante tropezara. Tiré mis piernas de nuevo y sus pies se deslizaron en el terraplén.
Caímos en una maraña de brazos y piernas. Golpeé el suelo con fuerza, sacando el aire de mis pulmones. Sobrevivir me mantenía alerta. Haciendo caso omiso de la chispa de dolor en mis costillas, me puse de rodillas, trepando por la pequeña pendiente. Mis dedos se hundieron en la tierra húmeda, levantando la hierba y el suelo.
Un grito salió de mi boca, rompiendo el silencio. Las aves levantaron el vuelo, sus alas batiendo juntas mientras las gruesas ramas de los árboles se sacudían por encima de mí, mis pies tocaron el cálido asfalto mientras otro grito salía de mi. 
- ¡Ayuda! - grité, en carretera desierta.- Alguien ayúd...
Un peso chocó contra mi espalda, forzándome a caer. Mis rodillas y palmas se deslizaron a través de la tosca carretera, rasgando la piel. El golpe de dolor ardiente se vio ensombrecido por la hinchazón de terror.
Mi grito terminó en un gruñido cuando algo me golpeó en la espalda baja, aturdiendome. Mis brazos quedando hacia fuera, mi mejilla aplastada contra el pavimento. Volteando más o menos sobre mi espalda, me encontré mirando hacia arriba a un rostro ensombrecido por una capucha oscura. El destello de una cremallera se reflejó brevemente, pero no se veía nada bajo la capucha, excepto oscuridad
De inmediato me agité bajo su peso, moviendo mis caderas y tratando de forzarlo fuera de mi, pero piernas fuertes presionaron hacia abajo a cada lado de las mías, atrapándolas juntas mientras sus manos se envolvieron alrededor de mi garganta, cortando mi grito, había perdido mi próximo aliento antes de incluso darme cuenta de que había tomado el último.
Abrí la boca para inhalar oxígeno, pero nada fluía por mis labios separados. Nada. Ni una pizca. La presión aumentó, dolorosamente. Podía sentir los músculos y los huesos en el cuello chillando de dolor. Mis pulmones estrechándose.
La realidad se apoderó de mí como una corriente de viento helada en invierno. Lo que sea que él quería era peor que lo que podría suceder en la oscuridad del bosque. Iba a matarme.
Oh Dios. Oh Dios, no así. No quería morir de esta manera, en el lado de la carretera, sin razón alguna. No quería morir en absoluto.
Un tipo diferente de pánico se arraigó en mí y abrí los brazos, golpeándolo en  sus brazos y pecho, pero nada parecía perturbarlo. Se echó hacia atrás, evitando un golpe directo a la cara, pero mis dedos se agarraron de la capucha. Con una explosión de energía, di un tirón hacia atrás.
El terror se llevó lo último de oxigeno con lo que mis pulmones intentaban desesperadamente sobrevivir.
Lo que estaba pasándome era algo completamente salido de una película de terror. La cara del atacante estaba cubierta con una máscara de payaso (del tipo plástico grueso). Piel blanca fantasmal con pequeño rubor rojo en las mejillas recibieron mi mirada horrorizada. Los ojos estaban ampliamente abiertos, con tres pestañas pintadas en negro. Por encima de los agujeros habían dos semicírculos pintados en negro. La pequeña y alegre punta de la nariz estaba pintada de rojo y sus labios estaban tallados en una obscena y enorme sonrisa, dejando ver dientes falsos.
Aterrorizada, intenté agarrar la máscara, pero la cosa que me sostenía se sacudió fuera de mi camino. la sudadera se deslizó más abajo, revelando una peluca azul llena de rizos.
Un calambre recorrió mi cuerpo entero, causando que me sacudiera contra la carretera. Esto...esto sería la última cosa que vería, me di cuenta lentamente mientras trataba de golpearlo de nuevo, pero mis brazos no estaban cooperando conmigo. Músculos inútiles. Caían a mis lados, reposando en lo que se sentía como un ángulo antinatural.
La máscara de payaso se hizo más grande, mientras se acercaba unos centímetros más a mi rostro. El golpeteo en mi pecho se alentó mientras inclinaba la cabeza a un lado, observándome desde algún punto bajo los agujeros oscuros.
Mis labios formaron una palabra que no pudo salir de mi boca. Por favor. La repetía una y otra vez, sin pensar. Por favor. 
Un leve chasquido salió detrás de la máscara, y negó con su cabeza lentamente. Lágrimas empaparon mis ojos, deslizándose por mis mejillas y la imagen de esa cosa se empañó mientras la oscuridad llenaba mi visión una vez más.
Luego sus manos me habían liberado y mis pulmones tomaron aire frenéticamente. No entendía nada, pero ¡podía respirar! Me levantó tomándome por los hombros, alzándome como un peso muerto, y luego...
Luces brillantes iluminaron la carretera y la cosa se congeló por encima de mí. Se quedó quieto un segundo y luego me dejó caer. Mi nuca se estrelló contra el suelo, cegándome mientras la oscuridad se extendía por todos lados.
Unos brazos me rodearon de nuevo. Había voces, voces que reconocía y que debían significar alguna clase de seguridad. Alguien gritaba. Se oían pisadas por todos lados. No podía levantar la cabeza, pero podía ver, nuevamente, y todo lo que veía eran estrellas.
Poniéndose borrosas, aún lucían como pequeñas antorchas. Los brazos me apretaron, acercándome a ellos mientras una voz áspera susurraba en mi oreja. - Te tengo.

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