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The Best Goodbye - Abbi Glines

CAPÍTULO UNO



ROSE

Se baja apesta. Nunca hubo un momento en mi vida en que pensé: ¡Vaya! ser pequeña es increíble.

Ni una sola vez. Nunca podía alcanzar las cosas de sitios muy altos. Que era lo que estaba sucediendo ahora. Había sido enviada por Elle a desempacar las copas y ponerlas alineadas en los estantes detrás de la barra, pero yo estaba luchando más de lo que había querido admitir.

Yo no era fan de la camarera. Ella era preciosa y mezquina, por no hablar de su altura. Ella no tenía ni idea lo difícil que era para alguien que sólo media 1.60 tratar de mantener el equilibrio sobre el taburete de un bar, estando de puntillas y con las manos llenas de vasos. O tal vez lo sabía, y estaba haciendo esto sólo por ser cruel.

Inclinándome hacia adelante, deslicé otra copa con seguridad en una de las ranuras incorporadas en la pared con ese único propósito. El taburete se tambaleó, pero me las arreglé para mantener el equilibrio. Sólo dos cajas más para desempaca, pensé, deseando que cada caja no tuviera diez vasos.

"Rompes esas copas, y te lo descontaré de la paga. No tengo presupuesto para el inventario de daños", dijo una voz profunda, arrastrando las palabras detrás de mí. Sabía a quién pertenecía. No la escuchaba a menudo, pero cuando lo hacía, por lo general estaba molesto conmigo.

Hace algún tiempo, no había sido así. Una vez, esa voz había calmado mis miedos, me protegió y me había dado un lugar seguro a donde ir. Ahora todo lo que tenía eran palabras frías y desinteresadas de él. No dejaba de pensar que el dolor desaparecería con el tiempo. Pero nunca lo hizo.

El tiempo nos había cambiado a los dos. En vez de amarlo hasta quedarme sin aliento, solo quería golpear su apuesto rostro y dejar el pueblo.

"¡Al suelo, Rose!" River ordenó severamente. "Ve a hacer algo útil. Conseguiré a alguien que pueda manejar esto"

Por lo menos se acordó de mi nombre esta vez. La semana pasada, se había referido a mí como Rachel, Daisy y Rhonda en tres ocasiones distintas. Mis correcciones constantes deben haber funcionado. El hombre tenía un restaurante lleno de nuevo empleado, y el estrés de la gran inauguración en solo dos semanas pesaba sobre él. Pero aún así. El chico que conocí una vez había sido amable, atento y un héroe. Mi héroe.

En algún momento durante los últimos diez años, River había cambiado su nombre por el de Captain y se había vuelto hostil. Difícil. Intocable. Incluso su novia, la Oh-tan-agradable Elle, parecía no tener acceso a un lado más suave de River. El lado que una vez yo había conocido tan bien. Nadie tenía eso. Yo no creía que siguiera existiendo.

"Elle me dijo que pusiera las copas" le dije, saltando del taburete y poniéndome de pie lo más recta que pude. River era superior al metro ochenta ahora, y siempre había sido más alto que yo. Incluso cuando teníamos dieciséis años.

Él no hizo ningún comentario al respecto. En cambio, asintió con la cabeza hacia la cocina. "Brad necesita ayuda con los suministros de cocina que acaban de llegar. Ve a ayudarlo. Voy a encontrar a alguien que no sea de baja estatura para terminar esto.

Mi cara enrojeció, caliente de vergüenza. No era como si hubiera metido la pata o roto algo. Lo había hecho muy bien. Estaba haciendo el trabajo lentamente, pero lo estaba haciendo.

"Estoy bien. Mi altura no está afectando mi capacidad de hacer este trabajo, si eso es lo que quieres decir", le espeté.

Él ni siquiera miró hacia mí mientras se dirigía hacia la puerta. "Abrimos en dos semanas. Me gustaría que las copas estén listas para entonces". Y se fue.

"Idiota", murmuré. Había pensado terminar de poner las copas yo de todos modos. Pero con mi suerte, acabaría rompiendo una caja entera de ellas. No podía permitirme el lujo de perder este trabajo. Yo había empacado mi vida y llegado a Rosemary Beach, Florida, una vez me enteré de que este era el lugar donde podía encontrar a River. No había pensado más allá de eso. Lo había buscado durante años sin suerte.

Esta fue la primera dirección real que tuve. Así que la había tomado. Conseguir este trabajo había sido más fácil de lo que pensaba, y lo necesitaba. Esta ciudad no era grande, y era difícil encontrar un empleo. La casa que había encontrado en renta se encontraba justo a las afueras de la ciudad y era muy pequeña, pero era segura y accesible. Eso era todo lo que necesitábamos.

Estábamos viviendo en una casa de huéspedes en una de las grandes casas de playa que bordean la costa. El único residente en la casa principal era una señora mayor, Diana Baylor, que parecía encantada de tenernos en el frente de su puerta. Era una buena opción para todos.

Sin este trabajo, no tendría ningún motivo para acercarme a River. Y tenía una misión. Una de la que no estaba tan segura. Tuve que recordarme a mí misma que no estaba haciendo esto por mí. Mis necesidades y deseos habían quedado en un segundo plano hace nueve años, cuando Ann Frances llegó al mundo y se convirtió en mi razón de vivir.

El día en que Franny cumplió cinco, me había pedido solo una cosa: conocer a su padre. Cada año, desde entonces, era todo lo que ella pedía, en su cumpleaños, en Navidad, sin falta. Ella quería conocer a su padre como sus amigos conocían a los de ellos. Yo había hecho excusas y traté de compensar el hecho de que ella sólo me tuviera a mi. Pero luego comencé a buscar al chico que había amado tanto, después de haber sacrificado todo por mantenerlo a salvo.

Mirando hacia atrás, me pregunté si mi sacrificio había sido un error. La petición de Franny para encontrarse con su padre me hizo sentir que le había fallado al tratar de salvar a River. Pero yo había sido una niña en ese entonces, con decisiones que tomar que afectaron a las únicas personas en el mundo que yo amaba.

"¿Vas a terminar el trabajo que te di o te quedarás ahí sin hacer nada?" La voz de Elle me sacó de mis pensamiento. Su largo cabello oscuro caía sobre sus hombros, y sus felinos ojos verdes me miraron. No estaba segura de por qué ella había decidido odiarme, pero lo hacía.

"Captain me dijo que parara y ayudara a Brad en la cocina", le contesté, tratando de no dejar que mi desprecio por ella se notara a través de mi tono. Si ella se quejaba con River, estaba segura de que él me despediría.

Elle era un de los mayores obstáculos para mi plan. Yo no quería que nadie tan cruel entrara en el mundo de Franny. Por mucho que mi hija quisiera conocer a su padre, tenía que decidir si ese hombre era digno de ella. Tristemente, había descubierto después de dos semanas de trabajar para él que no estaba muy a la altura. No estaba segura de que volvería a ser capaz de cumplir una petición de mi hija.

"Bien. Entonces vete. Estás perdiendo el tiempo. Tenemos cosas que hacer", ordenó, señalando hacia la cocina como si yo no supiera dónde estaba.

Con un leve movimiento de cabeza, me dirigí hacia esa dirección. No había razón para permanecer en su presencia más de lo necesario.




CAPTAIN


Nada estaba funcionando según lo previsto. Deberíamos haber estado más cerca de la apertura de lo que estábamos, había esperado demasiado tiempo para contratar al personal completo. Ese error fue mío. Pero ahora estaba empezando a cuestionar mi elección de los empleado. Arreglar lo que estaba mal en un restaurante era una cosa, abrir toda una empresa era otra. Esto no era lo que quería hacer con el resto de mi vida, y comenzaba a cuestionarme todo el esfuerzo que estaba vertiendo en este lugar.

Ya había acabado con mi pasado, pero mirando hacia el futuro, no es estaba demostrando ser fácil o prometedor. Quizás necesitaba una nueva dirección. Una vez que este lugar estuviera en marcha, lo dejaría en manos de otra persona y me iría a buscar un pueblo de pescadores en algún lugar con un bar en el muelle que pudiera comprar. Poner en marcha un bar para un puñado de pescadores locales parecía más mi estilo.

Pero debía conseguir que este lugar estuviera abierto y funcionando con éxito primero. No sólo porque se lo debía a Arthur Stout, el propietario, sino porque siempre terminaba con lo que empezaba. Lo que Arthur me estaba pagando me permitiría encontrar ese bar en el muelle para que pudiera finalmente disfrutar de la vida fácil. "Debemos despedir a la pelirroja. Ella no está hecha para esto" anunció Elle, mientras entraba a mi oficina.

No tenía que preguntarle a quién se refería, ya lo sabía. Rose Henderson era pequeña, con curvas que podrían detener el tráfico y el rostro de un ángel. El lindo par de gafas que llevaba no entorpecían su aspecto, incluso, hacía que sus ojos destacaran. Eso sólo hizo que Elle la odiara más. A ella no le gustaba la competencia, y me di cuenta que vio a Rose como una amenaza. No porque yo le hubiera dado alguna razón, sino porque todos los hombres que trabajaban aquí notaron claramente a Rose. Era difícil de pasar por alto.

"¿De qué pelirroja hablas" le pregunté, sin levantar la vista de mis pedidos pendientes.

"La pequeña. La única que no puede hacer una mierda. Le dije que pusiera las copas de vidrio en los estantes, y ella fue a quejarse contigo. Soy la jefa de los camareros, Captain. Ella no puede pasar por encima de mí."

Había contrata a Elle como camarera principal porque había sido recomendada por alguien en quien Arthur confiaba.

Estuve de acuerdo poco después de conocerla y entrevistarla. No había planeado follarla en mi oficina al día siguiente, pero ella se había abalanzado hacia mi, y estaba caliente. No veía ningún problema con eso. Me gustaban las mujeres altas y esbeltas. Y ella encajaba. Pero también confundía el hecho de estar durmiendo en mi cama con tener algún tipo de control sobre mi, y necesitaba arreglar eso.

"Nosotros no contratamos a Rose, Elle. Yo lo hice. Y no vamos a despedir a nadie. No estaba pasando por encima de tu cabeza. Ella no podía llegar a los estantes. Iba a caerse y romper algo. Así que le di algo más que hacer."

Aunque no estaba mirando hacia ella, podía sentir su frustración creciendo. No le gustaba mi respuesta. Elle tenía problemas de control. Pero una excelente cabeza.

"No la quiero aquí" dijo, haciendo un mohin.

Finalmente miré hacia ella. Tenía sus carnosos labios fruncidos como si estuviera a punto de llorar. Esto se veía ridículo, pero ella sabía como manejarlo de la manera correcta. Me empujé hacia atrás en la mesa, y me di unas palmaditas en el muslo. "Ven aquí, Elle" exigí, manteniendo mi cara seria.

Se movió lentamente alrededor de mi mesa, deslizando su labio inferior entre sus dientes. La emoción brilló en sus ojos. Esta era la única cosa con la que podía contar. Si necesitaba mantener a Elle calmada, el sexo lo haría.

"Si quieres utilizar esa boca sexy que me pone caliente, entonces debes usarla para mantenerme satisfecho", le dije cuando se detuvo frente a mi.

"¿Dónde me quieres?", preguntó ella sin aliento.

"De rodillas", le ordené. Bajó rápidamente y empezó a desabrochar mi pantalón.

Envolví un mechón de su cabello oscuro alrededor de mi dedo y deje que la textura sedosa se burlara de mí, mientras ella tiraba de mi pantalón hacia abajo, y luego mi bóxer, hasta que mi pene estaba en sus manos.

"Mételo tan hondo como puedas en tu garganta" le dije, mientras comencé a acariciar su cuello expuesto.

Ella emitió un lloriqueo que fue directamente hacia mi polla. Doblando la cabeza, la metió toda en su boca, que era como una maldita aspiradora, y yo incliné la cabeza hacia atrás y gemí. Necesitaba esto hoy. El mejor calmante para el estrés que había.

"Eso es, nena, chupa duro", la animé, poniendo una mano en la parte posterior de su cabeza y empujándola suavemente para que me deslizara más profundo en su garganta.

El ruido de las arcadas sólo me puso más caliente. Me encantaba cuando atragantaba con mi polla.

"Buena chica. Tan jodidamente buena" le alabé, sabiendo que sólo conseguiría que lo hiciera mejor con el elogio. "Chupa esta polla. Más profundo, bebé. Es tan bueno".

Un golpe en la puerta de mi oficina hizo que ella se congelara, pero aún sostenía su cabeza así que ella no podía apartarse.

"Estoy ocupado. Vete", grité.

Cuando la persona no dijo nada, le di unas palmaditas en la cabeza para que terminara. Y lo hizo.

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Una hora después de que Elle saliera de mi oficina, me dirigí a la cocina para ver si Brad había conseguido mantener todo en orden. Mis niveles de estrés se habían reducido, y Elle parecía más segura y menos ansiosa por deshacerse de Rose.

Recordarle a Elle que ella era la única a la que yo me follaba había hecho maravillas en su actitud.

Una risa fue lo primero que escuché cuando entré a la cocina, la profunda risa de Brad seguida por una femenina. Seguí el sonido hasta la parte posterior de la cocina y encontré a Brad cubierta de lo que parecía harina, mientras Rose agarraba su estómago y reía hasta el punto de quedarse sin aliento. Luego volteó a verme.

Una opresión en mi pecho me golpeó mientras sus ojos bailaban de risa. El azul claro de ellos me resultaba familiar, pero era más que eso. Era como si la hubiera visto reír antes. Oír su risa, verla, hizo que mi pecho doliera de una forma que no tenía sentido. Como si yo...la extrañara. Pero ni siquiera la conocía.

Su risa se desvaneció demasiado pronto, mientras limpiaba las lágrimas que se le habían formado de tanto reír.

Ella desplazó su mirada hacia Brad. La ponía nerviosa, pero yo nunca había sido amable con ella, exactamente. Era sólo una empleada que había contratado. Además me marcharía pronto. No estaba aquí para hacer amigos.

"Lo siento jefe. Estaba intentando alcanzar una caja de ese estante de allí, y una bolsa de harina se cayó, así que, puede ver lo que ha pasado", explicó Brad, sin dejar de reír. Aparté mi mirada de Rose y observé a Brad. Él le guiñó un ojo y comenzó a sacudirse la harina inútilmente. Necesitaba una ducha.


No me importaría si pusiera un poco de distancia entre él y Rose.

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